verte llegar sin noche a La tertulia,
reconocer tu voz apresurada
al contar una anécdota
o preguntar por mi,
saber que nos mirábamos antes de conocernos,
son capítulos largos de mi vida.
Supongo que también te dejarán a ti
este mismo vacío,
esta impaciencia por estar sin nadie
mientras se nos olvida
todo el calor que duele de olvidado.
El naufragio es un don afín al hombre.
Después de que sucede
suelen tener las huellas
esa incomodidad que tienen las mentiras,
el recuerdo es un dogma,
la soledad el pecho que tu me acariciaste.
Pero cambiendo de conversación
el tiempo-buen amigo
que deforma el pasado como el amor a un cuerpo-
hará que cada día no parezca un disparo,
que volvamos a vernos una tarde cualquiera,
en un rincón del año y sin sentir
demasiada impotencia.
Será seguramente
como volver a estar,
como vivir de nuevo en una edad difícil
o emborracharnos juntos
para pasar a solas la resaca.
Igual que quemaduras debajo de los dedos,
en un segundo plano
seguiremos presentes y esperando
ese momento exacto del náufrago en la orilla,
cuando al salir del mar me escribas en la arena:
sé que el amor existe,
pero no se dónde lo aprendí.
Luis García Montero
DIARIO CóMPLICE; Libro primero.
reconocer tu voz apresurada
al contar una anécdota
o preguntar por mi,
saber que nos mirábamos antes de conocernos,
son capítulos largos de mi vida.
Supongo que también te dejarán a ti
este mismo vacío,
esta impaciencia por estar sin nadie
mientras se nos olvida
todo el calor que duele de olvidado.
El naufragio es un don afín al hombre.
Después de que sucede
suelen tener las huellas
esa incomodidad que tienen las mentiras,
el recuerdo es un dogma,
la soledad el pecho que tu me acariciaste.
Pero cambiendo de conversación
el tiempo-buen amigo
que deforma el pasado como el amor a un cuerpo-
hará que cada día no parezca un disparo,
que volvamos a vernos una tarde cualquiera,
en un rincón del año y sin sentir
demasiada impotencia.
Será seguramente
como volver a estar,
como vivir de nuevo en una edad difícil
o emborracharnos juntos
para pasar a solas la resaca.
Igual que quemaduras debajo de los dedos,
en un segundo plano
seguiremos presentes y esperando
ese momento exacto del náufrago en la orilla,
cuando al salir del mar me escribas en la arena:
sé que el amor existe,
pero no se dónde lo aprendí.
Luis García Montero
DIARIO CóMPLICE; Libro primero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario