domingo, 29 de noviembre de 2009

EL INCONSCIENTE FEMENINO "Mujeres que corren con los lobos" Clarissa Pinkola Estés


Hay una tierra intangible, habitada por la esencia femenina salvaje.
Hay un lugar, donde la sapiencia de todas las mujeres, heredada-transmitida genereación tras generación se acumula, sin llegar nunca a rebosar las paredes de nuestro inconsciente colectivo.
Hay en todas nosotras y en nuestras antecesoras, un ser salvaje "una vieja loba", que nos permite actuar en consonancia con la sabiduría antigua.
Hay una fuente en nuestro interior que guarda, cual tesoro, un surtidor inagotable de vida y calor.
Una alianza femenina, que a través del tiempo ha permitido la ruptura de barreras, el salto de los obstáculos que la sociedad impone, la superación de normas, la modificación de leyes que subyugan a la mujer a costumbres y modos de vida antinaturales.
Todas aquellas mujeres que han sido y son capaces de encontrar el insconsciente femenino, son poseedoras de la fuerza de la "Vieja Loba".
Yo puedo sentir en mi, el valor de todas estas mujeres, puedo sentir su miedo y cómo lo vencieron y puedo atisbar su sentido en mi camino, en mi espacio creativo, en mi día a día, por muy sencillo que sea y por muy labrado de errores que éste esté.
Si logras encontrar a la "Vieja Loba", habrás encontrado una ruta para continuar tu camino, los senderos que te tocará transitar estarán impregnados de fuerza y vida, todos aquellos que a tu lado estén, notarán el papel que has escogido desempeñar, tú, dadora de vida y calor.
Que nadie te amilane pues has escogido vivir según tu esencia salvaje, has encontrado tu función en el mundo, has descubierto a quien hay que dar la bofeta, que puertas debes abrir y aquellas que has de tabicar.
Has aceptado tus errores, y te has responsabilizado de ellos, y por ello portas tu lastre.
Has abierto los ojos a un mundo donde tu liviano cuerpo adquiere un gran significado.
Estás viva y te permites vivir.

domingo, 23 de agosto de 2009

Hiroshima, mon amour. Alain Resnais.


No me enamoré de ti, me enamoré de Hiroshima,
"Tu nombre es Hiroshima
Y el tuyo Nevers".

Existen determinadas piezas de arte que cuando tenemos la oportunidad de observar, producen un efecto curioso en nosotros; al tiempo que nos maravillan, nos supone un peso enorme continuar saboreandolas, estamos deseando que finalice ese cara a cara, al tiempo que disfrutamos enormemente de su ingenio y sensibilidad.
A mi ésto me ocurre muy a menudo con determinadas películas que comienzo a visualizar, con algunas áreas de ópera que no soy capaz de terminar de escuchar, con concretas piezas de piano que desaría tocar pero que nisiquiera hago el esfuerzo de buscar su partitura para comenzar a ensayar, con textos que no puedo continuar leyendo pero que al cabo de los años logro retomar.
Es, como si laceraran a la vez que lambiesen la herida en carne viva de nuestra experiencia, y en este tránsito su efecto fuera de enorme dolor y placer curativo a la par, tal y como si esa interpretación nos condugera al eterno retorno de los errores de nuestra existencia, en un intento de retomar y sanar estos pequeños o grandes traumas.
Si eres capaz de parar un instante y arribar a su final, de impregnarte de todo su flavor y color, de analizar su abirragada trama de múltiples texturas, de sumergirte en el universo que ante tus sentidos se descubre, que sin dejar de ser ajeno se convierte en tuyo.
Entonces, sólo entonces y con golpe de suerte, puedas, no alcanzar la cura, pero si vislumbrar un ápice del dolor o error recurrente, y conocer y aceptar esa parte de tu recorrido que te ha llevado al lugar en que estás.

viernes, 27 de marzo de 2009

ENCUENTRO


Al fin nos encontramos,
a solas
cara a cara,
impacientes por reconocer,
en busca de una calma que quizá nunca retorne.
Yo te pregunto sobre el pasado,
y tú me susurras un nombre,
imperceptible.
Yo aterida por el futuro,
y tú me salpicas con espuma.
Tú, aparentemente yerto,
y a la vez infestado de vida,
hoy reflejo de cielo gris,
y realmente transparente.
Tú me regalas huida,
y te sigo,
sin conocer respuesta,
pues la marea te aleja,
te huelo,
te escucho,
casi consigo sentirte,
adentrarme en tí,
pero aún no es momento,
quizá en el estío o a final de primavera,
pueda,
sentir tu humedad,
y embadurnarme en tu salitre.

domingo, 8 de marzo de 2009

TRISTEZA


Hoy amanece cadáver,
de lo que pudo ser y no fue,
hoy está aún caliente el cuerpo,
que oculta el alba,
que confunde los días,
hoy se fugó alegría,
por dejarte ir.
Hoy entre montañas de escombros despierto,
sin poder enterrar los enigmas,
que hasta aquí nos condujeron,
a este día sin pulso,
a esta noche sin sosiego.
Impotente ante la condena,
algunas penas pueden no caducar.
Hoy, mi acción es la sombra a mediodía,
mis palabras están ocultas entre brumas invernales.
Hoy se levanta tristeza en forma de ventisca
para llevarse los trozos,
hacia ninguna tierra,
hacia ningún lugar.

viernes, 6 de febrero de 2009

IDENTIDAD

No es posible mirar atrás,
ni retomar los estados que sobrenadamos juntos,
o ver crecer aquello que entre los dos creamos.
Algo de ti permanece,
me acompaña a todos los lugares por los que camino
a todos los estados por los que transito.
Algo de ti se quedó conmigo,
y no es posible discernir entre lo que es tuyo o mío.
Algunas tardes te escucho,
me describes la vida con gran delicadeza,
me narras lo que tus ojos transcriben en bello.
Y ahora,
que tu retina no es el cristal por el que me asomo al mundo,
añoro,
añoro casi todo,
con la tristeza de una caja de cartón mojada,
con la ansiedad de una adolescente malcriada,
y con el cansancio anémico de la luz de las tardes de invierno.
Y aúnque ya no podré respirar donde tu respires,
ni derramar una lágrima con la certeza de que tú también la derramas,
el tránsito de los días hará
que no necesitemos borrar nuestras huellas,
ni llenar los huecos que formalizó nuestra dependencia
para poder andar por separado,
y de la identidad lograr la diferencia.

lunes, 26 de enero de 2009

ADIOS A LOS SÍMBOLOS


Un día no fue posible encontrar el rumor de tu voz,
algo se volvió pesado,
me cansé de interpretar lo indescifrable,
transitábamos una red de banda angosta,
canales paralelos que nunca se llegaron a tocar.
Incapaz de asimilar nuevos códigos,
no supe esperar en estaciones
en las que se hablaban lenguas extrañas.
El viento arreció y migré a través de las ondas,
a otro lugar, a otro destino,
hui de la tierra de los símbolos,
en la que todo fue encriptado,
en la que no existe transductor que transforme señal,
ni receptor que entienda mensaje alguno.

domingo, 25 de enero de 2009

LA VENTANA DE ENFRENTE


¿Qué ocurriría si alguien apareciera en tu vida para "rescatarte"? ¿Cómo actuarías si el azar y la casualidad se aliaran para hacer realidad lo que deseas?
A veces ponemos la esperanza en otras personas para evadirnos de una realidad, que en algunos casos nos es ajena o que en otros muchos no sabemos valorar. Deseamos que alguien nos rescate y llene ese vacío existencial que en muchas etapas irrumpe como una fiera en nuestras vidas.
Generalmente esas personas no responden a nuestras expectativas, o pasan por nuestro lado sin ser capaces de rasgar esa primera capa que nos embadurna y protege de lo que nos puede dañar.
Pero ¿qué ocurre cuando si se corresponde con tus expectativas? ¿cuando aparece la repuesta a lo que siempre te habías preguntado? Ya no es el reflejo de tu voz, la realidad supera al eco de tus pensamientos.
Si todo esto se cruzara con una de las más bellas historias de amor, la del encuentro imposible, la de la frustración por la incomprensión de una sociedad homófoba, la que trasciende a las miradas y los encuentros furtivos, la que se concilia en la escritura de los sentimientos y se alimenta en la espera del momento propicio, aquel momento que no fluye sin la presencia de la muerte.
La protagonista opta por no ver el detalle, por alejarse y poder ver su propia vida "desde la ventana de enfrente", observar su vida desde la distancia, sentir la pérdida antes de partir, y así resuelve matar algo de sí misma para después renacer de sus propias cenizas.
En lugar de cambiar lo que le rodea, opta por la autorrealización personal, llenar su hueco por otro camino, buscándose a sí misma; un camino sin duda más arduo, menos común en la sociedad de hoy en día, pero que si somos capaces de emprender, quizá en determinados instantes, nos permitirá rozar con la punta de los dedos, aquello que llaman felicidad.

viernes, 9 de enero de 2009

UN MORTAL SIN PIRUETA. Ernesto Calabuig

Cuando llegaba el verano, siempre estaba esperando conocer cuál era la fecha en la que partiríamos hacia la casa de los abuelos. Además del calor sofocante del estío que de esta manera evitábamos, por ser nuestro destino una capital de Castilla León, los recuerdos de los veranos anteriores hacían de esta espera la mayor de las ilusiones del año. Uno de los atractivos principales era conocer las historias que el abuelo nos contaba, y el otro compartir las venticuatro horas del día con nuestros primos.
Mi abuelo se quedaba en la cama hasta bastante tarde, y sus nietos acudíamos a su habitación casi todas las mañanas, intentándo que nos contara alguna de esas historias que nos permitían divisar de puntillas otro tiempo y por unos momentos sentir que habitabas otros cuerpos y otras vidas. Mi abuelo, con un discurso pausado, no parco en descripciones de paisajes o de personajes, nos transmitía una gran cantidad de sensaciones, que la mayor parte de ellas nunca íbamos a experimentar, cuestión que en ese momento eramos incapaces de dilucidar: el peligro de la batalla, el sinsentido de una guerra en la que hermanos quedaban a los dos lados de la contienda, la amistad de aquel que le salvó la vida, la necesidad que acusó durante postguerra, el contacto cotidiano con la naturaleza, la capacidad humana para autosuperarse.... en otras ocasiones los protagonistas eran otros, pero estas historias no eran narradas a voz sino escritas.
Por aquel entonces no éramos capaces de saber que la vida que nos esperaba no tendría nada que ver con la suya, que la vivencias de finales del siglo XX y principios del XXI iban a estar almidonadas y narcotizadas con toda clase de artilugios, que la vida iba a ser diferente, como de plástico, menos real, para aquellos que pertenecieron a dos generaciones posteriores.
Así que ahora cabe preguntarse si aquellas historias que el abuelo contaba, que dejaron en sus nietos la idea de una vida más plena aúnque insegura, en la que en cualquier momento un peligro podía acechar, donde la vida y la muerte se miraban a la cara con pausa y retratándose, no habrá calado en nuestro anhelo, e inconcientemente, seguimos buscando esa vida llena de misterios y peligros. Una vida real.
En el libro de Ernesto Calabuig se puede gozar de una serie de relatos que con la voz de la añoranza nos narra parte de la infancia, la adolescencia y experiencias del pasado, que adornados con la pátina de los recuerdos, alcanza en determinados momentos una gran belleza, la de la sencillez de lo cotidiano que discreta se muestra pero nos es tan dificil descubrir y valorar. No seas tan discreta belleza, escupe.

domingo, 4 de enero de 2009



Nos persigue,
persiste desde las sombras,
no es posible dejar atrás obscuridad alguna,
ni las vidas que allí naufragaron.
Caemos en la noche kafkiana,
sin voluntad, ni posible huida.
¿Cómo voy a ser yo la que te redima?
si no hay amanecer,
ni se vislumbra orilla.
Obstaculiza este ancla onírica
que a alta mar ata y aisla,
allí,
donde se retorna al pasado,
y no hay acto en el presente.
No hay contrapeso que equilibre nuestro navío.
¿Cómo voy a salvarte yo?
si me hundo contigo.